El origen de la vocación de Carme Valls Llobet No hay que buscarlo en ser hija de un médico –lo que influyó–, sino en algo mucho más íntimo: sus períodos eran terriblemente dolorosos. Entender el ciclo menstrual que le dio tan mala vida no solo la convirtió en una endocrinóloga entusiasta. También lo convirtió en una ‘molestia’ para el sistema de salud que, hasta hace cuatro días, estaba diseñado por y para hombres.
Su lucha por incorporar la perspectiva de género en la salud ha tenido un efecto. No lo suficiente, en su opinión. En ‘Mujeres invisibles para la medicina’ (Capitán Swing), un clásico ahora actualizado, desgrana argumentos.
-¿Qué era antes, medicina o feminismo?
-Llegué al feminismo a través de la biología. Mi primer impacto fue en el quinto año de Medicina, en 1966: las mujeres llegaron a urgencias con fracturas y contusiones que no encajaban con «haberse caído por las escaleras», y el jefe decidió: «Quédate afuera, es un asunto privado . » Y en la historia médica señalamos las lesiones en siluetas de hombres.
– ¿Tu conciencia nació ahí?
-Diría que fue a raíz de la organización del primer Congreso Mujer y Calidad de Vida, en 1990, donde me planteé la pregunta: «¿Hay diferencias de mortalidad y morbilidad entre hombres y mujeres?»
-Y la respuesta es que las hay.
-Si. No acuso a la ciencia de ser machista. En los hospitales había hombres y de los hospitales nació la ciencia médica. Pensaron que lo que les pasaba a los hombres, les pasaba a las mujeres. Pero la vida de las mujeres está atravesada por el ciclo menstrual. Permea todos los sistemas del cuerpo femenino: todos los ciclos de la piel, influye en el metabolismo del corazón, el colesterol … De los 14 a los 50 años insisten en que no es importante; Pero cuando no tienes tu período, dicen que ahora tendrás problemas. Veamos, ¿importa o no? Apenas hay trabajos de investigación que incluyan la menstruación. Y el 70% de las ratas que se utilizan para el estudio de las drogas son machos.
-Difícil de corregir el rumbo.
-Marcia Angell, directora del ‘New England Journal of Medicine’, impuso como requisito que no se aceptarían trabajos científicos que no diferenciaran por sexo.
-¿Cómo explica la conformidad de las mujeres?
-Cuando éramos nómadas, la mujer –con visión de ojo de pez– avisó de la llegada del león, y el hombre –con visión de túnel– apuñaló la lanza. Había paridad y la maternidad era muy respetada (vieron cómo salía el bebé, pero no cómo ‘entraba’). Eso terminó con la posesión de la tierra.
-¿El minuto cero del patriarcado?
-Los hombres querían la certeza de que los niños eran de ellos y encerraban a quien los paría. Para lograr este encierro, se infirió que la mujer era inferior. Y para ellas, que ya tenían dolores menstruales y dieron a luz y seguramente estaban anémicas, fue bueno para ellas. Si no es así, no se entiende que ha habido tanta dominación y culpa en todas las culturas.
– ¿Sabotajes de culpa?
-Cuando te sientes culpable, no protestas. Y el estereotipo se instaló y perpetuó incluso en las propias mujeres. La Biblia dejó en claro que Eva fue responsable de la caída. Hace apenas dos siglos, Olympia de Gouges dijo que las mujeres deberían tener los mismos derechos y fue guillotinada. Y el siglo pasado corría que el cerebro femenino era más pequeño, aunque más tarde se vio que la diferencia es el agua, no las neuronas.
-¿Está enferma la desigualdad?
-Si. El doble turno, que significa que cuando la mujer llega a casa, el hombre descansa y ella no se enferma desde el punto de vista cardiovascular y provoca ansiedad.
-¿Te atreverías a aplicar el término ‘violencia de género’ en la asistencia sanitaria?
-Cuando falta la ciencia de la diferencia, es violencia. Que no te escuchen en la consulta es violencia. Obligarlo a realizar tratamientos que no desea es violencia. La actitud de los médicos hacia el paciente es a veces agresiva, imponente, dictatorial.
«La doble jornada de las mujeres las enferma desde el punto de vista cardiovascular y les provoca ansiedad»
-Por un lado, ignorado. Por otro, se les exige la perfección.
-Esa tensión provoca ansiedad. En realidad, es un conflicto imaginario: no vales nada, pero te embarcas en una carrera para ser perfecto. Lo proyectan en tener la casa perfecta, en ser la madre perfecta o la ‘supermujer’ que hace todo y se destruye por dentro. Como es un problema social y cultural, no puedes descartarlo con un «eres un depresivo» y tratarlo con psicofármacos.
-Las jóvenes no están tan dispuestas.
-Las jóvenes han progresado, pero aún no están en el liderazgo. Y los que lo son, pueden no tener una perspectiva de género. El sentimiento de culpa en las mujeres debe eliminarse para no caer en la medicalización.
-Un ejemplo esclarecedor.
-Un estudio de la Fundación Galatea-CAPS investigó qué es lo que más estresa a los médicos catalanes. Tienen un síndrome premenstrual más alto que en cualquier profesión, más cáncer de mama y más riesgos obstétricos. Descubrimos que, en gran medida, se debía al estrés que provocaba no tener capacidad de decisión sobre el propio trabajo. La respuesta de la facultad de medicina fue realizar un curso antiestrés. ¡No! Quieren una organización de salud que no esté diseñada para hombres, sino para toda la vida. Más ahora, que la pandemia ha revelado que de todos los inodoros infectados, el 70% son mujeres.
-El virus los ataca más, pero los mata menos.
-El virus incorpora receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA) y el cuerpo de la mujer tiene más, aunque es capaz de fabricar ACE-1 y ECA-2, este último protector de la inflamación.
– ¿Lo sabrá Fernando Simón?
-Seguro. Sería bueno si proporcionara datos sobre el covid por sexo. Y que la exposición pública sea compartida con miembros de su equipo, como Marina Pollán Santamaría, que dirige el estudio serológico en toda España, y Raquel Yotti, directora del Instituto Carlos III.
«Los síntomas de las enfermedades cardíacas son diferentes a los de los hombres. Después de recibir tratamiento, la mortalidad postinfarto es mayor»
-¿De qué mueren la mayoría de las mujeres?
-La primera causa es la cardiopatía isquémica. Como los síntomas, que son diferentes de los de los hombres, no se identifican, el tratamiento tarda más en aplicarse y la mortalidad postinfarto es mayor. Patricia Healy acuñó el término ‘síndrome de Yentl’: las mujeres deben acudir al cardiólogo vestidas de hombres. ¿Se ha avanzado? Alguna cosa. El 38% de los estudios sobre enfermedades cardiovasculares ahora incluyen mujeres.
-Él desaconseja la aspirina.
-Los primeros 50.000 humanos con los que experimentaron fueron hombres. Cuando han incluido mujeres, se ha visto que puede provocar más sangrado gastrointestinal.
-Luego están las cremas, champús, tintes.
-La mayoría de los cánceres de mama se deben al exceso de estrógenos, propios o ambientales. Lo normal es tener menos de 80 cm³ de pérdida de sangre cada mes, y se ha visto que los parabenos en champús y cremas -que imitan el efecto de los estrógenos- la aumentan; y que los tintes pueden causar linfoma no Hodgkin. Cualquier cosa que imite el efecto del estrógeno se acumula más en las células grasas y las mujeres tienen más células grasas que los hombres.
-Tenemos la peor parte en todos los campos …
-Ser mujer en una sociedad androcéntrica nos duele. La medicina no nos ve, pero antes ya nos han dado por todas partes: insultos en la adolescencia, estrés en la maternidad – el 25% desarrolla tiroiditis autoinmune -; vida laboral, donde puede haber toxinas ambientales. Vienen a la consulta informando que todo duele y se les da un anticonceptivo o un sedante. ¡Eso no puede ser! Covid dejará el síndrome de fatiga crónica en las mujeres.
«Se ha visto que las células del cuerpo femenino tienen diferentes proteínas»
-A parte del feminismo le incomoda marcar las diferencias.
-Algunos dicen que si te vuelves demasiado biológico das lugar a discusiones machistas. Pero la diferencia no significa derechos desiguales. Se ha demostrado que las células del cuerpo femenino tienen diferentes proteínas. Y el cuerpo calloso, que conecta el cerebro izquierdo y derecho, es tres veces más grande. Tenemos derecho a que nos miren en nuestras diferencias.
-Presta una receta para seguir.
-Tenemos que empezar a ser como queremos. Recupera nuestros deseos. Solo las personas que dejan de ser víctimas mejoran para convertirse en protagonistas de su salud. Tienes que darte cinco degustaciones todos los días.
Te puede interesar
-¿Cuáles te regalas?
-He recuperado mi deseo intentando recuperar el de los demás.