BOSTON.— Al comenzar su transición a la presidencia, Joe Biden se pasa de una lucha electoral encarnizada a otra más urgente: controlar la pandemia que ha golpeado con más fuerza que cualquier otro al país más poderoso del mundo. La situación es alarmante y el tiempo es esencial para frenar la propagación del virus.
El lunes, Biden anunció a los miembros del equipo encargados de responder a la crisis del coronavirus. Este grupo incluye médicos y científicos que han trabajado en otros gobiernos, muchos de ellos expertos en salud pública, vacunas y enfermedades infecciosas. La diversidad de este equipo es fundamental para abordar un problema tan multifacético.
El grupo está dirigido por personalidades destacadas como el ex director de salud pública Vivek Murthy, el exjefe de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus iniciales en inglés), David Kessler, y la Dra. Marcella Nunez-Smith, profesora e investigadora de la Universidad de Yale.
Entre otros expertos, se encuentra Rick Bright, un especialista en vacunas que denunció haber sido relegado a un cargo inferior por oponerse a la presión política que existía para permitir el uso de hidroxicloroquina, un fármaco promovido por el presidente Donald Trump como tratamiento para el COVID-19.
La gravedad de la situación se hace evidente: Estados Unidos registra un promedio de más de 100.000 infecciones al día y, a menudo, rompe sus récords de casos diarios. Los hospitales de varios estados se están quedando sin espacio y sin personal, y el número de muertos se está disparando. Este contexto resalta la importancia del trabajo del nuevo equipo de Biden.
Las autoridades de salud pública advierten que el país está entrando en su peor fase de la pandemia con la llegada del invierno y la próxima temporada navideña, lo que incrementa el riesgo de infecciones rápidas mientras muchos estadounidenses viajan, compran y celebran con sus seres queridos. El Dr. Albert Ko, especialista en enfermedades infecciosas, afirmó: «Los próximos dos meses serán muy difíciles. Podríamos ver otras 100.000 muertes en enero».
A día de hoy, Estados Unidos ha registrado más de 9,8 millones de infecciones y más de 237 mil muertes por Covid-19. Este registro asciende a parámetros alarmantes que requieren inmediatas acciones y estrategias efectivas para contener el virus.
El equipo de Biden también incluye a Luciana Borio, experta en biodefensa; Ezekiel Emanuel, oncólogo y presidente de bioética en los Institutos Nacionales de Salud; Dr. Atul Gawande, ex asesor de salud de la administración Clinton; Dra. Celine Gounder, especialista en enfermedades infecciosas; Julie Morita, pediatra y experta en inmunizaciones, y Michael Osterholm, epidemiólogo.
Biden resaltó la seriedad de la lucha contra el coronavirus, manifestando que manejar la pandemia es una de las batallas más importantes que enfrentará su gobierno, guiándose por la ciencia y el consejo de expertos. «El manejo de esta situación debe estar basado en evidencia y experticia, lo cual es crucial para el éxito de cualquier estrategia que implementemos».
A pesar de que se han anunciado noticias prometedoras sobre una vacuna, Biden advirtió que aún quedan meses antes de que la situación mejore significativamente. Instó a los ciudadanos a seguir usando máscaras y a mantener las medidas de distanciamiento social. En sus propias palabras: «Debemos seguir siendo cautelosos y responsables en nuestras interacciones». Este mensaje apela a la responsabilidad colectiva para mitigar el impacto de la pandemia.
Esto sugiere que, aun con el optimismo sobre las futuras vacunas, es vital que el público mantenga la precaución. Existen muchos desafíos por delante, y el gobierno tiene la responsabilidad de comunicar claramente a la población sobre las medidas necesarias y las expectativas de la llegada de una solución más amplia.
Finalmente, en un intento por restaurar la confianza del público en el manejo de la salud, Biden también se comprometió en su campaña a que las pruebas diagnósticas serían gratuitas y ampliamente accesibles. Además, planea contratar a miles de trabajadores para programas de rastreo de contactos y asegurar que los Centros para el Control de Enfermedades ofrezcan directrices claras, basadas únicamente en recomendaciones de expertos.
