Las normas Schengen aún no se aplican a las fronteras terrestres debido a las preocupaciones de Austria sobre la inmigración ilegal.
Después de 13 años de espera, Bulgaria y Rumanía se han incorporado parcialmente al espacio europeo de libre circulación Schengen. Este avance es significativo para ambos países, quienes han estado buscando la plena integración desde su adhesión a la Unión Europea.
Los dos países llegaron a un acuerdo a finales del año pasado para unirse a la zona de libre movimiento aéreo y marítimo del continente, mientras que la membresía plena, que incluiría los cruces terrestres, aún está pendiendo de la decisión de Austria. Este país ha expresado su preocupación respecto a la migración irregular y demanda más medidas para prevenirla antes de aceptar la inclusión total de Bulgaria y Rumanía.
A pesar de la adhesión parcial, el levantamiento de los controles en las fronteras aéreas y marítimas de ambos países, el pasado domingo, tiene un importante valor práctico y simbólico. Como señala Mincho Yurukov, un ciudadano búlgaro que llegó el domingo al aeropuerto de Sofía procedente de Berlín:
“Por supuesto, este es un gran logro para Bulgaria, que nos facilita las cosas como búlgaros. Además, nos sentimos europeos. Esto es algo muy importante, el vuelo es mucho más placentero, sin controles.”
Creado en 1985, el espacio Schengen permite a más de 400 millones de personas en la Unión Europea viajar libremente sin controles fronterizos internos. Como miembros parciales, el Área Schengen ahora incluye 29 miembros: 25 de los 27 estados miembros de la UE más Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, comentó en un comunicado:
“Celebro el levantamiento de los controles en las fronteras aéreas y marítimas internas. Este es un gran éxito para ambos países.”
Además, subrayó que “juntos estamos construyendo una Europa más fuerte y más unida para todos nuestros ciudadanos.”
Llamadas de prórroga
A pesar del optimismo, algunos sectores, especialmente los camioneros, expresaron su descontento. En particular, aquellos que deben atravesar largas filas en las fronteras con sus vecinos europeos sienten que siguen siendo excluidos. ElUNTRR, uno de los principales sindicatos del transporte por carretera de Rumania, ha pedido “medidas urgentes” para lograr la plena integración Schengen, lamentando los enormes costos financieros causados por las largas esperas.
“Los transportistas rumanos pierden miles de millones de euros cada año, simplemente debido a los largos tiempos de espera en las fronteras”, afirmó el Secretario General de la UNTRR, Radu Dinescu.
Se estima que los camioneros suelen esperar entre 8 y 16 horas en la frontera con Hungría y entre 20 y 30 horas en la frontera con Bulgaria, con picos de tres días en algunos casos. Las empresas búlgaras también han expresado su enfado por este progreso lento, afirmando que solo el 3% de las mercancías búlgaras se transportan por aire y mar, mientras que el 97% restante se mueve por tierra.
Bucarest y Sofía han declarado que no habrá vuelta atrás en este proceso, reafirmando que “no hay duda de que este proceso es irreversible”.
Gestión de la migración
Una de las razones más críticas por las cuales las normas Schengen no son aplicables a las fronteras terrestres de Bulgaria y Rumanía es la preocupación de Austria sobre cómo ambos países gestionan la inmigración irregular que atraviesa estas fronteras. El ministro del Interior de Bulgaria, Kalin Stoyanov, declaró que se espera que el país se convierta en miembro pleno del espacio Schengen a finales de este año, lo que implicaría la eliminación de los controles fronterizos también para los viajes por carretera y tren.
Esta situación genera un entorno mixto entre la esperanza de un futuro más integrador y las preocupaciones por la gestión de la migración, donde ambos países continúan trabajando en colaboración con otras naciones para abordar estos problemas críticos.
En conclusión, la inclusión de Bulgaria y Rumanía en el espacio Schengen representa un avance significativo y un paso esperanzador hacia la plena integración en Europa, aunque aún persisten desafíos en el camino para combatir las dificultades relacionadas con la migración irregular.